¿Por qué tenemos pesadillas?
Un tema que me preguntan mucho en las consultas, el porqué sueñan con cosas negativas, o más bien tener pesadillas… Pues bien aquí mi respuesta:
Existen varios factores, pero mi opinión personal es que cuándo una persona tiene pesadillas de manera frecuente, es porque existen en su subconsciente muchos temores y conflictos internos en si misma, la persona está mal a nivel emocional, ya sea por un bloqueo por problemas que hay actualmente en su vida o por mala salud física.
Las pesadillas no son algo aleatorio, sino que suelen reflejar un conflicto que existe en nuestra vida y al que no podemos hacer frente o no podemos resolver, y el cerebro las utiliza para solucionar dichos problemas.
Es importante destacar que casi todas las pesadillas recurrentes intentan dar un servicio importante al soñador. Si, al tener una pesadilla, nuestra reacción es intentar olvidarla cuánto antes, entonces perdemos una ocasión para aprender de ellas y no haremos caso al mensaje que nos intentan transmitir.
En este sentido, las pesadillas se pueden considerar como una forma de identificar y tratar problemas personales.
A veces nos advierten sobre pautas de comportamiento actuales o desequilibrios psicológicos que debemos resolver. Según algunos expertos, si logramos hacer caso al aviso y buscar una solución en la vida real, dejaremos de tener la pesadilla, o volveremos a tener el sueño pero con otro final – la conclusión ideal – que representa la prueba definitiva que hemos resuelto el problema.
Algunos motivos de tener pesadillas son los siguientes:
- Un estado emocional muy débil.
- Mucha ansiedad, exceso de estrés, depresión, pensamientos negativos, preocupación excesiva.
- Un recuerdo – consciente o subconsciente – de un acontecimiento traumático.
- Un factor externo (por ejemplo, el ruido que hace la calefacción o aire acondicionado al apagarse todas las noches) del que las personas no son conscientes pero que detecta su cerebro, produciendo un cambio brusco en su sueño.
- Una personalidad caracterizada por baja autoestima, inseguridad o nerviosismo.
- Magia en algunos casos concretos no en todos
¿Cuándo se suelen tener pesadillas?
Normalmente, durante la noche, entramos en dos estados distintos de sueño. El primer estado es conocido como “SWS” (sueño con ondas lentas) y, después de unos 90 minutos, normalmente entramos en la segunda fase llamada REM (sueño con movimientos rápidos de los ojos). Durante el resto de la noche, alternamos entre estos dos estados.
La mayoría de pesadillas ocurren durante la fase REM. Solo un 4% de pesadillas ocurren durante la fase SWS y son conocidas como “terrores nocturnos”.
Las personas no suelen recordar el contenido de estas pesadillas. Tal vez se despiertan sudando o gritando, y sin embargo son incapaces de saber qué es lo que han soñado.
¿Cómo se pueden controlar y curar las pesadillas recurrentes?
- Evitar el consumo de alcohol antes de dormir. Aunque algunas personas creen que el consumo de alcohol les ayudará dormir mejor, no es así. Tal se duerman antes, pero a las pocas horas en cuanto su cuerpo ha conseguido eliminar el alcohol de su sangre, el efecto sedante del alcohol desaparece lo que puede provocar que se despierta o bien que sufra una alteración en el sueño y una pesadilla.
- Evitar el consumo de estimulantes antes de dormir. El café, té, un refresco energético… pueden actuar sobre su metabolismo e incrementar su nerviosismo y ansiedad, haciendole más vulnerable ante la posibilidad de sufrir una pesadilla.
- Si duerme en una casa donde se escuchan ruidos, bien por el sistema eléctrico de la casa, bien por ruidos del exterior, póngase unos tapones en los oídos para comprobar si estos ruidos provocan un cambio brusco en el estado de sueño que le lleva a sufrir pesadillas.
- Intentar escribir todo su pesadilla sobre papel, luego leerlo en voz alta a otra persona y luego romper el papel en pedacitos y tíralo. Tal vez tenga un efecto terapéutico que llegue a su subconsciente.
- Tener pensamientos siempre positivos e intentar desconectar la mente de los problemas, no pensar en el pasado ni tener ansia por el futuro.